La Ciudad, sin un Plan Urbano
La ausencia de definiciones urbanísticas ha ido provocando severos desajustes en la dinámica de la Ciudad de Buenos Aires, los cuales deben corregirse a través de una política de largo plazo, que oriente de un modo razonable las construcciones privadas y las obras públicas en todas sus materias, en especial servicios, medios de comunicación y espacios verdes y públicos.
El instrumento apropiado para cumplir esa función es el Plan Urbano Ambiental, previsto por la Constitución porteña de 1996 y todavía sin sanción legislativa.
La ausencia de un Plan Urbano hizo que se oscilara entre una especie de todo vale y la imposición de restricciones en base a razones de emergencia. En cambio, el instrumento previsto en la Constitución es la instancia adecuada para orientar el planeamiento urbano. En la actualidad, un proyecto de Plan Urbano se encuentra en manos de la Legislatura, pero de no tratarse en este período de sesiones perderá, como ya ocurrió dos veces, estado parlamentario.
El proyecto, elaborado por expertos y organizaciones civiles, recibió diversas críticas, entre ellas la de ser un catálogo de buenas intenciones. Otros, en cambio, destacaron que refleja el nivel de acuerdos y definiciones que hoy son posibles.
Aunque el instrumento no resulte el ideal, el estado de la Ciudad exige una brújula que oriente las previsiones de edificación privada y de obras públicas. Sin esta pauta, las asimetrías y los padecimientos de los vecinos pueden ir en crecimiento.
La Ciudad sigue sin contar con un Plan Urbano, lo cual ha provocado severos desajustes en su crecimiento. Actualmente la Legislatura tiene un proyecto que puede perder estado parlamentario, como ha sucedido en los últimos dos años.